viernes, 19 de junio de 2009

Ejem

Lo primero es aclararse la garganta. Una bitácora puede ser un largo parlamento. De hecho, es una tribuna virtual, extensa y ciertamente abierta. Aquí, en la nuestra, espero el concurso de muchas escrituras. No interesa si vienen abreviadas, o con palabrotas y errores ortográficos. Para mí, importa más la tolerancia, aunque tampoco es requisito indispensable. Aclaro, sí me gustaría que mucho la ejerciéramos los terrícolas cubanos. No da coriza, rash cutáneo, constipados... No se le conocen efectos secundarios, ni primarios, negativos.

Soy nueva en esto de los blogs y especulo, por tanto, muchas cosas.

Me intriga esta reciente manía de varios conocidos. ¿Siempre tienen algo que escribir? ¿Qué los mueve a suponer que dirán algo remarcable? ¿Cuánta tabla ha de tener el anfitrión de un espacio así? ¿Me trasmutaré en bloguera, así de facto? En fin, cuestiones de este tipo aún ahora me preocupan. Hoy más que ayer me inquietan, como es lógico.

A partir de este momento irán llegando las respuestas, y surgirán nuevas preguntas, creo. Por suerte, he tenido siempre mis temas recurrentes que tratar. Obsesiones, pequeños taruguitos que me van obstruyendo la sinapsis a modo de colesterol nocivo. Así es que haré ciber-catarsis de lo lindo, como tantos.

Sólo espero que este blog sea menos demandante que un pequeño tamagotchi, porque mi tiempo anda un poco saturado. Trataré de ser constante, de revisar y actualizar lo más que pueda. Estoy dispuesta a hacer más de un sacrificio por lograrlo.

En lo sucesivo no apareceré tan ingenua como ahora. La candidez me provoca cierta apatía. De momento, pretendo únicamente insuflarme ánimos para asumir gustosa otra ocupación. Y de paso, ¿por qué no?, bienvenirnos del modo más jovial.


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